martes, 3 de julio de 2018

LECTURA EL DIA DE LA BODA DE CRISTINA

Como muchos de vosotros sabéis, Cristina que por diferencia de edad con sus hermanos era mi niña, nuestra niña, la niña de la casa (ahora ya no) pero esa misma niña, en el día de hoy no solo marca un punto de inflexión en su camino, sino también en el mío. Por circunstancias de la vida, Cristina se ha criado conmigo desde muy pequeña, por lo que nuestra relación de padre e hija se ha desarrollado de una manera más entrañable que la que suele darse en familias más grandes, al menos hasta donde yo tengo constancia. Cris, la realidad es que no tuve que cambiarte los pañales, pero cuando ya pasó esa etapa, todo lo que yo hacía era para los dos, incluso te enseñe a cocinar, te llevaba de la mano al colegio, pasábamos juntos las vacaciones, donde surgiera, Santa Pola, Benidorm, fuimos a La Coruña etc. pero sobre todo la gran parte del verano en Pelayos, donde los dos estábamos juntos y tan a gusto. Recuerdo las veces que te venias conmigo los viernes y te pasabas esas tres o cuatro horas sentada a mi lado en la mesa donde yo compartía con mis amigos, después nos íbamos los dos a cenar y al cine, en definitiva que he intentado compartir contigo gran parte de mi vida y transmitirte todo lo que sé, pero en gran medida, soy quien soy gracias a ti, y dadas las circunstancias, no cambiaría ni un solo segundo de los que he pasado a tu lado por un momento distinto, en otro lugar o con otra persona. Desde hace unos años, y como marca nuestra naturaleza, otro hombre pasó a ser el protagonista de tus días. Otro hombre más guapo, más joven y más inteligente que yo. Estoy seguro de que todo lo que yo no he podido o sabido darte, él sí podrá y sabrá. Por ello, Amador y por el incondicional amor que has manifestado hacia mi hija desde el primer día, te estaré eternamente agradecido. Gracias.